El Instituto Jane Goodall en Senegal acoge al estudiante de la Universidad Politécnica de Madrid, Jaime Valcárcel, para la realización de las investigaciones para su Trabajo de Fin de Grado en Ingeniería del Medio Natural.
La investigación de Valcárcel, en la línea de trabajo del departamento Agroforestal del Instituto Jane Goodall (IJG) en Senegal, es, como él mismo explica, “una forma de conservación del chimpancé indirecta, pues una de las mayores amenazas para el chimpancé de África del Oeste es la fragmentación del hábitat”.
El objetivo del proyecto es el diseño de plantaciones forestales para reducir el impacto antrópico en la Reserva Natural Comunitaria de Dindéfélo (RNCD). Así, en las plantaciones los habitantes encontrarían los recursos forestales, como madera y frutos, que en la actualidad van a extraer al espacio protegido. De esta manera, explica Valcárcel, “evitas por una parte que la gente vaya a la Reserva y por la otra les das una alternativa ante la prohibición de extracción”.
La extracción no sostenible de los recursos es precisamente una de las causas principales de la fragmentación del hábitat; las plantaciones forestales propuestas por Valcárcel son una forma de evitarlo. Al mismo tiempo el proyecto intenta evitar los conflictos entre humanos y chimpancés, que en ocasiones coinciden en las especies que extraen del bosque. Si se suple la demanda de los primeros, el abastecimiento de los primates está asegurado.
Para diseñar las plantaciones, primero era necesario conocer qué extrae la población de la RNCD. Por esta razón, el estudiante escogió cinco pueblos (Dindéfélo, Ségou, Pélel, Thiabe Kaare y Nandoumary) de los 12 que forman parte de la Comuna de Dindefélo, según el tamaño de su población, para realizar una serie de entrevistas. El objetivo de las mismas era conocer diferentes aspectos. Por una parte, saber cuáles son las especies más utilizadas por la población y las que consideran más escasas. Por otro lado, conocer de dónde extrae la gente de cada pueblo dichas especies, qué distancia hay y qué medio de transporte utilizan para llegar hasta allí. Por último, saber dónde ubicarían los habitantes locales las plantaciones forestales, implicándolos así de un modo activo.
Se realizaron un total de 98 entrevistas, a 54 hombres cabeza de familia y 44 mujeres. La distinción entre sexos no es aleatoria, ya que demandan productos distintos. Ellos recogen madera para la construcción o leña y ellas recolectan frutos, semillas y otros productos que luego procesan y venden, como el baobab o el karité. Una de las dificultades enfrentadas fue encontrar un asistente local que actuase de traductor, ya que debía entender en profundidad el proyecto para evitar malentendidos en la traducción, porque, “hay que tener en cuenta que el lenguaje y la cultura son muy distintos”, como asegura Valcárcel.
Actualmente, el mayor riesgo para la RNCD, según Valcárcel, es la expansión rural. Esta conlleva un uso ineficiente y poco sostenible de los recursos naturales. El joven explica que “en los países de los trópicos, en los últimos años, ha bajado mucho la tasa de mortalidad. Pero la tasa de natalidad no ha descendido para compensar, sigue siendo muy alta”. Este crecimiento de la población provoca un aumento de la demanda de todo tipo de recursos, por lo que “la población abre cada vez más campos de cultivo, extrae más recursos, hace más fuegos… ese es el motor primario”.
En un principio el proyecto contemplaba la creación de zonas buffer o amortiguación, una especie de “anillo que rodea el área protegida y donde también hay una serie de limitaciones, pero menos estrictas”, puntúa Valcárcel. Sin embargo, en el caso de la Comuna de Dindefélo, muchos de los pueblos están dentro del área protegida como Reserva, por lo que no había margen para la plantación de un anillo. Por esta razón, la mejor opción es el diseño de plantaciones productivas.
A partir de las conclusiones extraídas en las entrevistas, se estudiará la ecología de las especies más utilizadas y las más escasas, se diseñarán las plantaciones valorando las necesidades de cada una (agua, luz, terreno) y su combinación con otras especies. Por último, se planificarán los turnos de aprovechamiento para asegurar la continuidad de las plantaciones. La idea, comenta Valcárcel, “es hacer de ellas un miniecosistema más o menos complejo”. Pone como ejemplo la Saba senegalensis (lare en pular) que es “un fruto que los chimpancés comen mucho y que los grupos de mujeres recolectan para vender. Es una liana que necesita otro árbol sobre el que apoyarse, por lo que tendré que buscar sobre qué árboles se apoya y combinar las especies”.
Uno de los aspectos clave es el lugar donde se realizarían las plantaciones, ya que deben tener un acceso más fácil que los lugares a los que van los locales en la actualidad para evitar que acaben cayendo en desuso. Además, no interesa que las plantaciones sean muy accesibles para los chimpancés, evitando así posibles conflictos.
Tras la elaboración de esta investigación, Valcárcel destacó la importancia del trato con la población local. “A veces se olvida el factor humano y está implícito. Por mucho que intentes conservar con tus proyectos, ellos son los que viven aquí, ellos son los que se van a quedar cuando tú te vayas y, sin ellos, no va a funcionar”.