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La experiencia de Denise, estudiante holandesa en el programa del IJG Senegal

Afrika, Afrika, Afrika,

Waalejam, naaledjam hirejam,

Naalagaa naalatong,

Todos decimos: ¡Jam tum!”

Una parte de la canción que hicimos sobre la vida en Dindéfélo durante el trabajo de campo para el Instituto Jane Goodall España. Ahora, un año y medio más tarde, todavía pienso en lo ocurrido en Senegal como una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Enero de 2016, equipaje hecho. Mi madre me lleva al aeropuerto. Solo sabía con cuatro semanas de anticipación que mi investigación de primates largamente deseada sería en Senegal, en lugar de Congo. "¡Adiós mami!" - y vomité sobre su chaqueta favorita. "No hay problema Denise, también vomité cuando estaba nerviosa por algo cuando era joven. Sólo bebe un buen vaso de agua y disfruta el paseo". Lo hice. Llegué a Dakar después de una corta parada en Barcelona donde recibí las últimas instrucciones de mi profesora. Cuando llegué a Dakar, un túnel en forma de jaula me esperaba cuando salí del aeropuerto. Afortunadamente, el guía estaba allí con un letrero de cartón que decía "Denise". No puedo explicar mis sentimientos de felicidad de que todo hubiera salido bien y que esta persona me llevara a un albergue. En un inglés sencillo mezclado con algo de francés logramos entendernos para encontrar mi alojamiento en Dakar, donde pasaría algunos días antes de partir hacia mi destino final: Dindéfélo, en la Reserva Natural Comunitaria de Dindéfélo.

"Primera parada de Dakar, emociones como en una ola,

Nikolo bus, no es un plus,

La naturaleza te rodea, la vida es un boom,

Parada final: ¡Dinde mola! "

El autobús se detuvo. Todos salieron, y yo, por supuesto, no entendí lo que se dijo de nuevo. Salí también, de repente todo el mundo se puso a orinar. Yo también, allí al lado del autobús. Ok, hice lo mismo. Pantalones abajo, y a orinar. Luego, un fuerte bocinazo y todos corrimos hacia el autobús, yo con los pantalones a medio abrochar. Afortunadamente, volví al autobús antes de que partiera nuevamente. El siguiente desafío fue el “sept-place”, una especie de taxi que está hecho para 7 personas pero donde caben 12 o más. No fue sorprendente tener un pinchazo en la rueda gastada de este coche herrumbrado sin ventanillas, conducido a gran velocidad por un "camino" lleno de baches. Sólo una hora de retraso, pero eso no fue lo peor. Llegué a Dindéfélo y el equipo del IJG me dio la bienvenida, pero olvidé mi móvil en el coche. ¡Vaya comienzo! Pero estos asombrosos lugareños lo encontraron y lo trajeron de vuelta. Todo bien.

"Toubab donne moi un cadeau” (“blanca, dame un regalo”), Preguntan tu nombre y luego se van, Y actúo con ellos como soy, Dindéfélo, aquí voy". Tiempo para el trabajo de campo; un curso rápido de francés y adelante. Diba, Dauda y yo salíamos a buscar y medir nidos de chimpancé cada día. Eran mi papá y mi mamá en el bosque. Cada vez que había una pendiente pronunciada que bajar y quería cogerme a un espigado árbol, gritaban justo a tiempo: “¡NOOO, Denise, no te agarres de ese árbol! ¡Coge el siguiente! ¿Has mirado si hay serpientes debajo del árbol, Denise? “Oh no ... Denise, eres nuestro pequeño bebé en el bosque”. ¡Nos divertimos mucho y alcanzamos el objetivo de un promedio de 10 nidos por día! Cantar canciones, cruzar ríos, andar en bicicleta por el bosque, compartir el desayuno, ver chimpancés y reír y llorar sobre idiomas y diferencias culturales.

"Arie naamie, no merci, Bedou sera, no me haari, No marsude, sera sera, Honto yata, me hoti, awa! En la casa de la familia senegalesa donde dormía y comía todos los días no hablaban francés, así que era hora de otro curso rápido de idiomas, esta vez de “pular”. Los niños, o mis hermanos, no hablaban francés, lo que condujo a un nuevo sistema de comunicación: un lenguaje de señas no oficial. Esto funcionó a la perfección, para cosas muy limitadas, como juegos o canciones. Pero me encantó. Los niños cantaban su canción y yo solo tenía que aplaudir con ellos. Cocinábamos café a partir de barro, como un juego, por supuesto, y tenía que jugar que se lo estaba comprando y bebiéndolo. Insistían en trenzar mi cabello, lo que ya no podía rechazar. Poco a poco me convertí en un miembro más de la familia, ya que también recibí una tela africana de mi madre senegalesa, para usar como falda. Lloré. Era muy bonito.

“Afrika, Afrika, Afrika,

Bonjour, bonsoir, et bonne nuit,

Ca va bien, et toi aussie?

We all say: MERCI!”

De vuelta a casa, después de una montaña rusa de tres meses y medio. Podría escribir un libro sobre eso, pero lo dejo tal como está. Mi estudio tuvo como objetivo investigar los patrones de nidificación de los chimpancés en esta área, midiendo variables de su sitio de nidificación, árboles y nidos. Estas variables se vincularon a las restricciones ambientales que enfrentan estos primates. Mi segundo objetivo fue probar la hipótesis anti-depredación de la nidificación con la ayuda de ocho posibles estrategias. Descubrí que los chimpancés elegían sitios de nidificación en lugar de árboles para nidificar, y que la altura de sus nidos dependía principalmente del diámetro del tronco. Estos resultados se presentaron durante la 7ª edición del Encuentro de la Federación Europea de Primatología en Estrasburgo el verano pasado. Gané el primer premio de comunicación oral durante este congreso gracias a todas las personas que me ayudaron y apoyaron durante y después de mi estadía en África. Voy a trabajar en la versión final para la publicación durante mi estancia en Barcelona durante el invierno. Agradezco a todos nuevamente por su apoyo para hacer que este proyecto sea valioso para la ciencia y la conservación de los primates.

*Este artículo ha sido traducido por los miembros del Instituto Jane Goodall España. En la web, también puedes leer la versión original.

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